Amor
nunca te prometí
la eternidad de parajes
eternos.
Solo te pedí
que cada día
fuera diferente en tus ojos.
Sé que el tiempo
va secando el deseo de dos cuerpos
demasiados conocidos
y que la costumbre
aflora
en lo que concediste sin desearlo
en aras de la pasión.
Que las mentiras
de tu cuerpo,
enjendrando mis mentiras,
se van volviendo añejas en una fisonomía
que quise
por encima de las horas.
Amor,
los silencios
son tan eternos que se vuelven horizonte,
y sabes,
que poco a poco te voy dejando
porque ya no me encuentro en ti,
en los poros que exploré
aprendiéndote,
dejándote que me enseñaras a amar
con la torpeza del primerizo,
de las manos
que a penas si sabían acariciar
tu geografía.
Pero, amor,
ya nada es igual,
y se que tu lo sabes
aceptando el silencio,
buscando justificaciones inexistentes
a una existencia
que solo justificas con un cariño irreal
para seguir manteniendo este escenario
de cartón piedra;
y yo te dejo,
amor.
Poema de Ricardo Bórnez extraído del blog VIENTOS DEL PUEBLO
Con el tiempo, nada es igual.
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