lunes, 23 de agosto de 2010
NUESTRA POETRASTA NARES MONTERO
A LA QUE ME PARIÓ
Hubo un día que soñó con peces voladores,
le tocó un beso nuevo en la tómbola del pueblo,
se disfrazó de carmín sin lágrimas,
y bailó hasta el fin sin zapatos.
Hubo un día que saltar alto era una meta,
tocar estrellas con las manos un simple desafío,
lo más difícil era sencillo con una sonrisa.
Hubo un día que sus ojos encendían la luna,
se giraba todo bicho viviente al pasar
con falda corta, pantalones o anorak.
Quizá hubo un día que no era nada más cierto
que sus manos y su espalda,
sus dulces cicatrices de muchacha.
Hoy no se le acaban las nostalgias.
De plata brilla su pelo
y nunca ha estado tan guapa.
Extraído de su poemario TE LLAMARÉ DELIRIO.
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¿Se lo habrá leído a su señora madre?
ResponderEliminarA una madre no se le acaban las nostalgias pero hay que procurar que tampoco se le acaben los futuros.
Me gusta.